Ignacio Matte-Blanco afirma que Freud descubrió una modalidad de pensamiento de la mente humana distinta a la que todos conocemos como pensamiento consciente, a la que denominó inconsciente. Considera que coexisten dos modalidades de existencia para el pensamiento humano: una consciente y otra inconsciente, y así puede decir que la mente humana posee una ontología bi-modal.
La física postula que los fenómenos naturales ocurren
en el universo según dos modalidades de existencia: una se rige por las
postulaciones de la física clásica y otra por las leyes de la mecánica
cuántica. Estos dos modos de ser de
la materia coexisten simultáneamente conectados entre sí. Todo lleva a pensar
que esta es la única respuesta lógica para ciertos fenómenos inexplicables de otra manera, tales como el hecho de que las ondas-partículas se afecten entre sí sin contacto alguno de por medio. Cada vez más, nuestros científicos hacen referencia al orden manifiesto (lo que vemos) y al orden implicado (lo que inferimos). La conclusión inmediata es que la cosmología también describe una ontología bimodal para el universo.
Las leyes del pensamiento consciente obedecen a las
conocidas leyes formales del pensamiento, cuyos axiomas básicos son los
denominados primeros principios. Mediante la aplicación de reglas
de inferencia, es posible deducir de ellos todas las fórmulas que se desee con la seguridad de que son verdaderas. Por tanto, existe un
conjunto de axiomas de los cuales es posible deducir todas las verdades.
Las leyes de la física clásica
poseen dos características básicas: son portadoras de objetividad y
determinismo. Según la primera las magnitudes físicas preexisten con
independencia del observador y para cada instante del tiempo tienen un valor
bien definido. El determinismo, por otro lado, dictamina que los valores de las
magnitudes físicas del sistema satisfacen ecuaciones diferenciales bien
definidas, de tal manera que conocidos los valores iniciales puede predecirse
el valor de dichas magnitudes en el futuro.
Los primeros axiomas de la lógica
asimétrica son los principios de identidad, de contradicción, del tercero o del
medio excluido y de razón suficiente. Sirven para la supervivencia del sujeto
humano estableciendo las diferencias entre lo que sirve y lo que no sirve,
siendo imprescindibles para avanzar adecuadamente en la evolución individual.
Las determinaciones se rigen por las normas de la lógica formal clásica (aristotélica). Se
trata de una lógica asimétrica (binaria).
La física clásica equivale a toda
la física desarrollada que incluye las teorías, conceptos, leyes y experimentos
de la mecánica clásica, la termodinámica y el electromagnetismo. Todas las
conclusiones se basan en observaciones y experimentos cuantitativos. La
demostración de su validez radica en sus predicciones. La validez de esas
predicciones fue verificada en todos y cada uno de los casos durante más de dos
siglos. La computación actual, dependiente de esta física, que tiene como
unidad de información el bit, es binaria, ya que sólo sabe “leer” la
información en dos estados: cero o uno (encendido o apagado) y permite
representar virtualmente cualquier modalidad de información, siempre organizada
según la lógica bivalente (sin aspectos contradictorios).
Las leyes
del pensamiento inconsciente se caracterizan por la simetría. Freud señala seis
atributos del modo inconsciente de funcionar: ausencia de contradicción,
desplazamiento, condensación, atemporalidad, desconsideración de la espacialidad
y reemplazo de la realidad externa por la realidad interna. Desconoce el
principio de identidad porque, para el inconsciente una cosa es ella misma,
pero también cualquier otra cosa. Ignora el principio de contradicción, ya que
cualquier cosa puede ser y no ser al mismo tiempo; no rige, evidentemente, el
principio del tercero excluido, porque un ente, no es o no es, sino que admite
una tercera posibilidad de ser y no ser a la vez. Matte-Blanco descubre en este
reino dos grandes principios: el de generalización y el de simetría. Cada
cosa es tratada como elemento de una clase que, a su vez, sería subclase de
otra clase y así sucesivamente. Además, el inconsciente trata a la parte como
el todo, o sea, desaparece la diferencia entre la parte y el todo, y la parte
es puesta en relación biunívoca con el todo. El principio de simetría hace que
se trate a la cara inversa, recíproca de una relación como a la propia
relación. El “sí” es lo mismo que el “no” y viceversa; lo verdadero es lo mismo
que lo falso, etc. Por tanto, coexisten las contradicciones. El hecho de
que la realidad interna sea tratada del mismo modo que la realidad externa
(sentidas como una sola realidad) sigue el principio de simetría. La
simultaneidad excluye la noción de tiempo. Todo esto hace que sea imposible conocer
directamente el inconsciente, el cual solo puede ser inferido o percibido a
través de la emoción.
En el mundo cuántico las partículas subatómicas logran existir en
múltiples estados de forma simultánea. Significa que literalmente pueden estar
en dos lugares al mismo tiempo o poseer un número de propiedades de otra forma
mutuamente excluyentes. En el dominio cuántico las cosas pueden ser o no ser y
ambas a la vez. La computación cuántica se basa en “qubits” de información que,
en lo esencial, son al mismo tiempo cero y uno, o sea, que la unidad puede
adoptar un estado de abierto, de cerrado o de ambos a la vez. Los “qubits”
representan una propiedad de los electrones. Estos, si están correctamente
montados (entrelazados), no habrán decidido la dirección de su giro nuclear -
para arriba o para abajo - y, por tanto, estarán en ambos estados al mismo
tiempo (simultaneidad, atemporalidad). Este modo de ser de la materia
caracteriza a un estado denominado “cohesión cuántica”. El proceso de
observación consciente como intento de captar objetivamente la cohesión
cuántica tiene como efecto la disolución de la misma. Esa disolución se
denomina “descohesión cuántica”. Sólo la descohesión cuántica permite la
formalización científica (lógica binaria). Tratar de observar el estado de
cohesión cuántica sería imposible y francamente desconcertante.
Matte-Blanco afirma que la emoción ocupa todo el espacio psíquico. Se
podría pensar que “cohesiona” los distintos estratos de la mente. Es como si
fuera un factor de enlace. Aunque se pueda concebir diferentes estratos
inconscientes, de un modo general, la mente funciona en dos grandes niveles
simultáneos, aunque incompatibles entre sí. La lógica de la consciencia
(asimetría) es incompatible con la lógica del inconsciente (simetría). En su artículo
El
espíritu de la geometría, Matte-Blanco dice que cada “porción” del
inconsciente está presente “de un modo misterioso” en cada manifestación
consciente. En las producciones artísticas este aspecto se destaca
especialmente. “El arte es una obra bi-lógica” en la que pueden coexistir
múltiples mezclas: de espacios, de tiempos, de seres y de funciones. El
producto artístico es una manifestación de cómo es "vivir y estar inmersos en los modos distintos incompatibles entre
ellos, pero constitutivos del ser, vivir en la bi-modalidad".
Las computadoras actuales no pueden realizar simultáneamente operaciones
contradictorias. La creación de una obra artística supone la resolución
de una extensa serie de problemas. La cantidad de combinaciones posibles de
elementos a tener en cuenta excede a la capacidad de una computadora digital, pero
podrían ser realizadas por una computadora cuántica. Las computadoras digitales
necesitan probar cada respuesta a la secuencia de problemas estéticos.
Las cuánticas podrían buscar instantáneamente las soluciones en un
universo de posibilidades compatibles e incompatibles a la vez. La gran
pregunta es cómo se las usaría para producir obras de arte. Actualmente la
teoría cuántica se acerca a la literatura mediante ciertas analogías con la
mitología griega. Algunos de los
efectos que se han descubierto en mecánica cuántica están basados en relatos
mitológicos, como el de Sísifo, un personaje al que los dioses castigan
obligándole a cargar una piedra hasta el pico de una montaña. Cuando alcanza la
cumbre, la piedra se le cae y todo vuelve a comenzar. El Enfriamiento de Sísifo
es un efecto físico que ocurre al enfriar átomos, que suben y luego vuelven a
empezar desde el principio. El Efecto Zenón es otra de las
consecuencias de la relación entre la mitología griega y la mecánica cuántica.
Zenón decía que nada se mueve, y lo explicaba con el ejemplo de una flecha.
Decía que, al ser lanzada, ésta tenía que recorrer la mitad de la distancia
antes de llegar a su objetivo, y antes debía recorrer la mitad de la mitad de
la distancia y así sucesivamente. En mecánica cuántica si tú miras a un átomo,
lo mantienes en cara, cuando dejas de mirarlo, el átomo comienza a recorrer un
camino, como la flecha, para situarse en cruz, pero tú lo vuelves a mirar y lo
colocas de nuevo en cara. Nosotros estamos tratando de dominar este efecto y
también el contrario, es decir, el de no mirarlo para que cambie de estado.
Una fantasía: la utilización de la mecánica cuántica podrá acercar la
física al psicoanálisis.
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