Entrada elaborada a partir del siguiente artículo: Matte-Blanco, I. (1959). “El concepto de enfermedad en patología mental”. El concepto de enfermedad, Universidad de Chile.
"Una vida humana completa es al mismo tiempo una obra de arte y el producto de aquello que podría ser llamado una exploración científica sobre sí mismo con el fin de hallar el mejor modo de expresar el propio potencial".
(Matte-Blanco, Apuntes sobre la creatividad artística)
"psychical regulation… refers… to… the utilization of wishes or emotions in the service of well-being and of mental activity. Psychical growth refers to the possibility… of increasing the range of emotional life, of understanding, and of establishing contact with other human beings and the world in general".
(Matte-Blanco, 1988, p. 176)
"...más que ser o estar en el mundo se puede decir del hombre que viaja por el mundo y en este viajar le corresponde a cada individuo vibrar su nota propia, la nota de su intrínseca individualidad".
Tomando la terminología de Kurt Schneider, Matte-Blanco afirma que "el criterio estadístico, la separación del término medio, es suficiente para determinar si un individuo corresponde a una personalidad anormal; pero no arroja luz de ninguna especie para determinar si es o no un enfermo mental". Luego aclara que la palabra anormal podría reemplazarse por alguna más adecuada, como extraordinario, superdotado, u otra.
Se pregunta entonces: "¿Cuál es el criterio que permite distinguir, identificar la enfermedad mental?".
Para empezar dice que "no existe un concepto de enfermedad mental", ya que "lo que en una cultura es considerado como patológico, es estimado como normal y hasta excelso en otras". Aunque luego aclara que "aún dentro de una cultura las actitudes frente a la enfermedad mental van evolucionando" y que "la humanidad se va encaminando rápidamente a la adopción y desarrollo de un fondo cultural común... de conocimientos y opiniones", por lo cual "irán desapareciendo las diferencias culturales y se irá desembocando en un concepto de enfermedad mental que será unitario".
Pasa entonces a analizar las manifestaciones consideradas habitualmente como patológicas, que son: pérdida de funciones psíquicas e imposibilidad de dejar de pensar, sentir o realizar determinadas cosas.
Al considerar las del segundo tipo ve que un comportamiento extraño, como por ejemplo el de san Francisco de Asís, puede tener "un poder de penetración en las profundidades del ser que la enfermedad mental nunca tuvo", llegando a pensar, por lo tanto, que "no basta una primera impresión de desarmonía, extravagancia o extrañeza para concluir que una manifestación es patológica".
Matte-Blanco se pregunta nuevamente: "¿Cómo decimos que un individuo está sintiendo o haciendo, a pesar suyo, algo que no debería sentir o hacer, o no puede hacer que debería poder hacer?".
La respuesta que propone es que debemos estimar "como enfermo mental, no al que se comporta de tal o cual forma sino a aquel cuyo rendimiento potencial óptimo está alterado desde adentro y a pesar de él mismo. En otras palabras, las potencialidades que él contiene no alcanzan su pleno despliegue porque ellas están, desde dentro y a pesar de él mismo, siendo impedidas o aplastadas o desviadas de su expresión plena. La enfermedad mental se relaciona pues con la limitación o desviación de la expresión plena del ser. El enfermo mental es un descentrado con respecto a sí mismo porque no se encuentra situado, en su propio interior, en el punto desde donde puede irradiar la plenitud de sus posibilidades."
Agrega que, "considerando las múltiples y ricas interrelaciones que existen entre los humanos, la normalidad entraña que el despliegue de las potencialidades de cada individuo se armonice con los de sus semejantes... Ser enfermo mental implica así en muchos casos alteraciones en las posibilidades de interrelación humana óptima".
Otro aspecto que considera es que "si bien la enfermedad mental es algo interno al individuo... su aparición puede deberse a acciones del medio", por ejemplo, "al proporcionar o no las condiciones que el individuo necesita para su pleno desenvolvimiento", limitando de este modo sus posibilidades internas o no ofreciendo oportunidades para su desarrollo. De todas maneras, deja en claro que "no todo es el medio ambiente" y que "la resultante final proviene de la interacción entre individuos y ambiente".
Con respecto a la relación entre la enfermedad mental y la libertad, dice que "el sentimiento de pérdida de la libertad no es esencial al concepto de enfermedad mental", pero que lo que sí es esencial es la pérdida o disminución del despliegue de las potencialidades interiores del sujeto. Por último, sostiene que "el sentimiento de la libertad se experimenta, por lo menos en grado óptimo, cuando el individuo está centrado con respecto a sí mismo, cuando está realizando lo que corresponde a sus más íntimas tendencias, a lo más genuino de su ser".
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